Era un sábado por la mañana, el día de la fiesta deportiva en el colegio de mis hijos… Acudimos a casa de Joaquín con Rafa, sin saber muy bien qué nos aguardaba.
Entrar y verlo a en la cama, sonriente a pesar de la dificultad para respirar y articular palabra, nos sobrecogió. Sin embargo, experimentamos paz, una paz que no es de este mundo.
Joaquín solo pensaba y animaba a mis hijos a rezar por la conversión de China a la vez que se comprometía a rezar por todas nuestras intenciones.
A mis hijos les sirvió mucho. Se sintieron a gusto, a pesar de la dura situación de Joaquín. Él les animó a esforzarse por cumplir la voluntad de Dios a pesar de las dificultades (como él testimoniaba con su ejemplo); a rezar confiadamente al Señor.
Al salir, nadie quedó indiferente. Aquel testimonio real nos acompañará siempre.
Estoy convencida de que es una persona santa.
María del Mar Alier Millet
Barcelona
15 de marzo de 2023