Conocí a Joaquín a mediados de los años 80, en medios de formación de la Obra. Coincidimos en muchas convivencias y cursos de retiro. Destacaba siempre su sonrisa y su espíritu de servicio. Aunque debo decir que en esos años a mi no me caía especialmente bien, ¡éramos tan diferentes!
A finales de los 80 llegó a Brafa, donde yo estaba.
Se hizo cargo del club juvenil, y lo primero que recuerdo son unos armarios con cristales y calefacción, todo perfecto, para una actividad de biología. Lo hizo él, lo diseñó, lo dejó como si se hubiera comprado. Una pasada. Empezó a ganarme.
Se le ocurrían ideas peregrinas con las que era capaz de animar en los chicos del club, y al resto.
Y se notaba que era una persona muy piadosa.
En el verano del 91 me enteré de su enfermedad. Rápidamente lo supimos todos, nunca lo intentó disimular, y pedía ayuda con una sonrisa y una humildad encantadoras.
Su carcajada era contagiosa. Tuve oportunidad de ir a estar con él en casa de sus padres alguna tarde en la que tenía brote y no podía salir. Eran visitas de las que salías tocado.
Me ganó del todo.
Recuerdo una llamada que me sigue haciendo saltar las lágrimas. Ya no estaba en Brafa, a mi madre le diagnosticaron un tumor cerebral, un día del año 96 me llamó: “Edu, tengo un brote, estoy en el Hospital. Ofrezco estos dolores por la curación de tu madre”. ¡Como para no ganarme, por goleada!
Pudimos compartir muchos momentos con él, su madre y mi mujer. Nunca me reprochó nada, siempre con una sonrisa me decía que necesitaba que le encomendara.
Cuando me compré el piso, antes de casarme, le pedí si podía venir a hacerme los planos, y por supuesto lo hizo. Ya iba en silla de ruedas. Todavía conservo ese plano.
Le dije que no podía ser que no viniese a mi boda, y vino. No faltaba el 3 de agosto una llamada suya diciendo que nos encomendaba en el aniversario de nuestra boda.
Le seguí visitando alguna vez más, en su casa. Eran visitas que agrandaban el alma. Al tiempo que su cuerpo se deterioraba, su alma crecía y te dabas cuenta de que estabas ante un santo.
Eduardo Méndez
Barcelona
25 de gener de 2025